lunes, 21 de febrero de 2011

LA CIMA

Estás en la cima cuando:
Entiendes perfectamente que no es lo mismo fracasar que ser un fracasado;
que el ayer ya pasó y hoy es otro día.
Te reconcilias con tu pasado,
te concentras en el presente y ves el futuro con optimismo.
Sabes que el éxito (un triunfo) no te consagra y el fracaso (una pérdida) no te deja arruinado.
Estás lleno de fe, esperanza y amor;
vives sin ira, avaricia, culpa, envidia ni sentimientos vengativos.
Tienes la madurez suficiente para demorar la satisfacción de un placer y te concentras más en tus deberes que en tus derechos.
Sabes que no dar la cara por lo moralmente correcto es la fase previa a ser víctima de un agravio terrible.
Estás contento de ser quien eres,
y por consiguiente estás en paz con Dios y con la humanidad.
Has trabado amistad con tus adversarios y te has ganado el amor y el respeto de los que te conocen mejor.
Entiendes que aunque otros te complazcan, la auténtica felicidad nace de ayudar al prójimo.
Eres amable con el gruñón y con el grosero, y manifiestas generosidad al necesitado.
Amas a aquellos a los que cuesta amar,
infundes esperanza al indefenso,
brindas amistad al que no tiene amigos y animas al desalentado.
Miras al pasado con actitud de perdón,
al porvenir con esperanza,
a los que están en peor situación que tú con compasión y al Cielo con gratitud.
No dudas de la certeza de estas palabras de Jesús:
«El que es el mayor de vosotros,
sea vuestro siervo».
Reconoces, declaras y desarrollas las aptitudes físicas, mentales y espirituales que Dios te ha dado y las empleas para la gloria de Él y el provecho de la humanidad.
Llegas a la presencia del Creador del universo,

y te elogia con estas palabras:
«Bien hecho, buen siervo y fiel»
Tu actitud Determina tu altitud.

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